Una joven madrileña que, a sus 18 años y impresionada por los tatuajes que pusieron de moda los famosos, se tatuó la piel. Ahora a los 22 se arrepiente. Al tratar de entrar en el mundo laboral como azafata, la compañía aérea la cual iba a contratarla finalmente la descartó. Sus motivos fueron que no creían conveniente que sirviese con un código de barras en el dorso de la muñeca. La joven optó por quitarse el tatuaje con láser acudiendo a una clínica especializada. La broma le costó 3000 euros. Ahora queda por saber si, después de borrarse el tatuaje, la empresa la contrato y, en ese caso, si su sueldo recompensa los 3000 euros de déficit del que parte.
Publicado por: Marta Jarpa
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